Los libros más antiguos de la Biblia se escribieron en el 1400 a.C. A pesar de ello, la sabiduría y los consejos que contiene se mantienen hasta hoy para nosotros una valiosa señal. Esto atestigua la universalidad y la intemporalidad de la Biblia. La parábola de Caín y Abel es probablemente conocida por todos, independientemente de su fe. La cuestión es, sin embargo, si todo el mundo es capaz de interpretarlo correctamente. ¿Por qué mató Caín a Abel? ¿Qué sabiduría quería impartirnos Dios con esta historia?

Caín fue el primogénito de los primeros habitantes de la Tierra: Adán y Eva. Trabajó como agricultor. Tenía un hermano menor llamado Abel, que a su vez era pastor. Un día los hermanos fueron a ofrecer sacrificios a Dios. Caín ofreció los productos del campo y Abel los primogénitos de su rebaño y su grasa. A Dios le agradó más la ofrenda de Abel. Entristecido, Caín, impulsado por los celos, mató a su hermano menor. Como castigo, Dios lo condenó a la condenación eterna ('errante y fugitivo de la tierra') y le dio una marca.

La historia de Caín y Abel nos muestra a qué actos crueles pueden conducir la envidia y los celos. Es el primer caso de asesinato descrito en la Biblia. Para nosotros, los católicos, es una advertencia para no actuar precipitadamente ni dejarnos llevar por nuestras emociones. Abel se sintió ofendido y cometió un fratricidio como resultado. Como castigo, Dios no lo mató, sino que lo condenó a vagar en la pobreza por la tierra. Caín cargó con un estigma que le impidió encontrar la paz durante el resto de su vida. El motivo del llamado estigma de Caín sigue funcionando en la cultura actual. Significa que una persona que ha cometido un asesinato nunca conocerá la paz interior; siempre le pesará.