"El alcohol es para el pueblo" es lo que solían decir los mayores. Mientras tanto, cada vez más personas caen en la trampa de los problemas relacionados con su abuso. Curiosamente, no tienen por qué ser personas de los llamados círculos o patologías difíciles. Muy a menudo, las personas profesionalmente activas y bien remuneradas con familia se convierten en alcohólicos. Afortunadamente, cada vez hay más conciencia social en este sentido, muchas personas también se someten a un tratamiento eficaz. ¿Cómo debe mirar un católico el alcoholismo: ¿pecado o enfermedad? ¿Cuál es la posición de la Iglesia Católica en este asunto?

El alcoholismo es un pecado

El consumo de alcohol como tal no implica automáticamente ser un pecador. La única condición para no ir por el camino del mal es la moderación, que se considera una de las virtudes. Conviene saber que incluso en la Biblia se menciona muchas veces el tema relacionado con el alcohol. La transformación del agua en vino en Caná es conocida por todos, mientras que en uno de los salmos podemos leer sobre "alegrar el corazón del hombre".

En cuanto a la cuestión del alcoholismo -pecado o enfermedad-, vale la pena reflexionar sobre el asunto de la intoxicación con bebidas embriagantes en sí. Si se trata de una actividad habitual, objeto de constantes reflexiones y causante de ciertas disfunciones en la vida, entonces hay verdaderos motivos de preocupación. En la práctica, incluso una sola bebida después del trabajo consumida de forma regular puede ser un motivo de preocupación. Cuando la necesidad de buscar consuelo en el alcohol es algo cotidiano, es sin duda un camino hacia la perdición inminente.

El alcoholismo es una enfermedad

Ser alcohólico es también una serie de estados mentales diferentes, que desde el punto de vista de la medicina siempre se definen claramente como una enfermedad. Esto significa que sobre su base pueden desarrollarse otros trastornos, difíciles de tratar, y que a veces incluso provocan cambios irreversibles en el organismo, como el hígado o el cerebro. Siguiendo esta línea, los científicos han definido claramente que el alcoholismo es una enfermedad mortal.

¿Es necesario confesar el alcoholismo?

Los fallos de salud mencionados anteriormente son también flagrantes transgresiones humanas contra el Quinto Mandamiento. Siguiendo la voz de Santo Tomás, también deberíamos considerar la cuestión de lo que nunca hacemos en la sobriedad, y que nos viene con gran facilidad después del alcohol.

Cualquier sobredosis de alcohol debe ser confesada. Y aunque una broma de una sola vez es Sin embargo, todavía no es el alcoholismo, es la falta de moderación en sí misma lo que se ve como un pecado aquí. Por no hablar de actos como ponerse al volante después de haber bebido; al fin y al cabo, en el peor de los casos, podemos perjudicar muy fácilmente a nuestros semejantes.

Al responder a la pregunta del título -el alcoholismo es un pecado o una enfermedad- no hay ninguna ambigüedad en cuanto a que es ambas cosas. No hay duda de ello por parte de los sacerdotes en su parte espiritual, así como de los médicos, analizando las cuestiones científicas. Al católico, sin embargo, no se le ordena permanecer en abstinencia, aunque puede hacerlo si es su voluntad. Sin embargo, hay que consumir alcohol con moderación, cuidando, sobre todo, que el buen humor y la relajación no den paso a una fuerte intoxicación y a la pérdida de control. Esto se debe a que tal estado se considera un pecado y debe ser confesado inmediatamente, arrepintiéndose de sus acciones.

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