María Magdalena es una figura bíblica que, durante muchos siglos, fue erróneamente equiparada a una pecadora o prostituta. Esta imagen surgió principalmente de la interpretación y la enseñanza de la Iglesia católica, que, sin embargo, revisó esta apreciación en el siglo XX.
La visión de María Magdalena como prostituta deriva de una identificación errónea de su carácter con otras mujeres descritas en el Nuevo Testamento: la pecadora que lavó y ungió los pies de Jesús (Lc 7, 36-50), y María de Betania, hermana de Lázaro y Marta (Jn 11; Jn 12, 1-8).
¿María Magdalena, la prostituta?
De hecho, los Evangelios no describen a María Magdalena como una prostituta. Por el contrario, la describen como una fiel discípula de Jesús que estuvo presente en la cruz durante su muerte (Jn 19,25) y fue la primera persona cuya Jesús apareció después de la resurrección (Jn 20,1-18).
En 1969 Iglesia La Iglesia católica ha rechazado oficialmente la idea de que María Magdalena fuera una prostituta, y el papa Francisco elevó en 2016 su memoria litúrgica a la categoría de fiesta, destacando su importante ubicación en el cristianismo.
Esta distinción es importante porque María Magdalena es un símbolo de conversión y misericordia para muchas personas. La identificación errónea de ella como prostituta durante muchos siglos ha contribuido al mantenimiento de estereotipos negativos y a la discriminación de la mujer.